lunes, 21 de diciembre de 2020

Ofrecimiento por las Almas del Purgatorio

DEVOTÍSIMO OFRECIMIENTO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO (se reza cada día de la semana)

OFRECE LAS PENAS Y EL TORMENTO QUE EL SEÑOR PADECIÓ DESDE QUE FUE PRESO HASTA QUE LO PRESENTARON AL PONTÍFICE ANÁS, DICIENDO:
Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquella prontitud de ánimo que mostraste para morir cuando, levantaos de la oración bañado del sudor de sangre, saliste a encontrar a tus enemigos, diciendo que Tú eras Aquel a quienes ellos buscaban.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, el gran dolor que sentiste por la gravísima culpa de la traición de Judas, vendiéndote a los judíos por treinta dineros, y con el fingido ósculo de paz entregándote en manos de vuestros enemigos: Dolor tan agudo y sensible que es uno de los mayores que atravesaron tu piadosísimo Corazón.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquellos actos de heroica piedad con que diste lugar a tus crueles, enemigos, para que se levantasen de la tierra, y curaste la oreja, que tu fervoroso  discípulo había cortado con celo de tu defensa al indigno siervo del Pontífice que te venía a aprender.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquella gravísima tribulación que padeciste cuando fuiste envestido en el huerto por tanto número de soldados, quienes  te prendieron y ataron con tan inhumana crueldad, que es imposible comprenderla con humano discurso.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquella admirable paciencia con que sufriste tantos golpes, oprobios y baldones, hasta arrancar los cabellos de tu sacrosanta cabeza, estando Tú como cordero humildísimo sin responder palabra alguna.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquellos actos internos que en medio de las opresiones hacías de amor de Dios, de tolerancia y resignación, ofreciendo siempre al Eterno Padre todos aquellos malos tratamientos que te hacían, en satisfacción de nuestros pecados.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquel dolor vivísimo que te atravesó el corazón cuando, en medio de tales tribulaciones, te hallaste solo y abandonado de vuestros más caros amigos, los cuales, cuando, te vieron preso y atado, huyeron todos.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquellas aflicciones y dolores que sufriste desde el huerto hasta la casa de Anás, por tantos golpes que te daban y las blasfemias que te decían los verdugos, haciéndoos caminar, con tanta prisa y desprecio por fuera y dentro de la ciudad.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquel acto de humildad y mansedumbre cuando delante del Pontífice Anás estuviste con las manos atadas en forma de reo y oyendo los cargos que te hacían y las falsa acusaciones que daban contra Ti, como si fueras el hombre más facineroso y más malo del mundo.

Yo te ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del purgatorio, aquella cruelísima bofetada que te dio aquel hombre vilísimo con tan infernal furia, que te desfiguro la mejilla, y la indecible paciencia y mansedumbre con que hablaste a aquel indigno Pontífice.

ORACIÓN.
PARA CADA DÍA DESPUÉS DE LOS OFRECIMIENTOS
PARA GANAR LAS SANTAS INDULGENCIA CONCEDIDAS POR CADA UNO DE ELLOS.

Dios eterno, por tu inmensa clemencia, y en nombre de tu hijo Jesucristo, y por los méritos de su pasión santísima, te suplico concedas eterno descanso a las afligidas almas que están retenidas en las acerbÍsimas penas del Purgatorio, para cuanto antes gocen de la bienaventuranza eterna, como lo desean. También te pido humildemente, Dios mío, en nombre de Jesucristo, hijo tuyo y redentor del mundo, perdones todos los pecados que yo y todos los vivientes hemos cometido, que a todos nos des verdadero arrepentimiento, para enmendarnos y observar tu divina ley, con los auxilio de gracia que necesitamos, para mejor servirte en esta vida y alabarte en la eterna gloria, que esperamos por tu infinita misericordia. Amén.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria Patri

Señor, pésame de haber pecado, ten misericordia de nuestras almas y descansen en paz las del Purgatorio, auméntese y tenga perfecta paz y tenga prefecta paz y unión la cristiandad toda, extírpense todas las herejías y conviértanse todos los herejes a tu Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, cuyas necesidades sean socorridas superabundantemente, todo en honra y gloria de la Santísima Trinidad. Amén.

ORACIÓN.
Oh Dios, creador y redentor de las almas, concede a las de tus siervo y siervas la redención de todos sus pecados, para que consigan por las piadosas oraciones de tu iglesia, la indulgencia y el perdón que siempre desearon. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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